Por: Alejandra Ortega Rodríguez
- La política social y el inconsciente colectivo
COLUMNA POLÍTICA
Por: Alejandra Ortega Rodríguez
Desenmascaran el excesivo protagonismo de Andrés López
En todo el tiempo que han durado las manifestaciones contra la supuesta privatización de Petróleos Mexicanos (Pemex), nada había arrojado tanta luz sobre lo que hay detrás del Frente Amplio Progresista (FAP) como la discusión que sostuvieron los coordinadores nacionales de dicho movimiento, y el dirigente nacional del Partido del Trabajo (PT), Alberto Anaya, con su presidente legítimo, Andrés López, quien molesto por la firma del anteproyecto para comenzar el debate energético espetó que él es el movimiento.
Así que, después de dos semanas de mantener tomadas las tribunas de las cámaras de Diputados y de Senadores, para tratar de impedir el trabajo del Congreso de la Unión, se confirmó que no es el debate por la reforma energética lo que realmente le interesa al tabasqueño líder de los grupos más radicales de la izquierda mexicana. No, lo que en realidad le importa es mantenerse como protagonista de la vida política nacional.
El auto ungido presidente legítimo de México sostuvo la noche del pasado miércoles una reunión con los coordinadores parlamentarios del FAP, Javier González Garza (PRD), Dante Delgado (Convergencia), Alejandro Chanona (Convergencia), Ricardo Cantú (PT) y, por supuesto, el senador perredista, Carlos Navarrete, así como el dirigente nacional del PT, Alberto Anaya.
Durante ese encuentro, cuya grabación se pudo conocer a través de diversos medios de comunicación, Andrés López manifestó su molestia por la firma del anteproyecto para el debate por parte de uno de los integrantes de la presidencia colegiada de su partido, ante la debacle que se vive en el interior del partido del sol azteca, y dejó ver que nadie de los presentes ni las dirigencias nacionales de ninguno de las fuerzas políticas que lo acompañan en su cruzada por la defensa del petróleo es más importante que él.
En ese momento, Carlos Navarrete se atrevió a preguntar: Para que nos quede bien claro Andrés Manuel, ¿el movimiento eres tú?
-¡Sí, soy yo! –respondió ante el silencio de todos los presentes el ex candidato a la Presidencia de la República, quien de esa forma hecho para atrás el proyecto de acuerdo que ya se empezaba a gestar para hacer un debate sobre la iniciativa de reforma energética presentada por el presidente Felipe Calderón y dejo ver que las negociaciones y la confrontación de ideas no son lo que realmente le interesa, sino mantenerse vigente en los medios y en la mente de los mexicanos con temas como este y el del secretario de Gobierno, Camilo Mouriño.
La verdadera intención de Andrés López, explicó en su momento el dirigente nacional del PAN, es mantenerse confrontado y tratar de impedir el trabajo del presidente de la República. Lo cierto es que las estrategias de golpeteo del ex jefe de Gobierno del Distrito Federal no solo afectan al gobierno federal, dañan hasta a su propio partido, que por su culpa se está fracturando, y entorpecen la vida cotidiana de la gran mayoría de los mexicanos.
Por el momento, las tribunas del Congreso de la Unión han quedado libres, luego de que se logró el acuerdo para debatir la iniciativa por 72 días, pero derivado de la presión del presidente legítimo, el FAP ha condicionado la suspensión de las movilizaciones a que el debate sea real y llegue a todos los sectores de la sociedad, lo que, por supuesto, quedará al arbitrio y consideración del mandamás de esas fuerzas políticas de izquierda.
Cierto es que esa imposición y las actitudes de Andrés López, están generando fracturas muy reales al interior del PRD, ya le pasó hace unos días que exigió a los diputados de su partido que firmaran una carta responsiva para comprometerse a continuar en las movilizaciones contra la reforma energética, demanda que tuvo como respuesta que más de 90 de los 127 miembros de esa fracción en la Cámara de Diputados se hayan negado a signar el documento.
Además, la crisis por la que atraviesa hoy el partido del sol azteca por la elección de su dirigencia nacional, tiene que ver en buena medida con el mesianismo y las actitudes de dictador que ha dejado ver esta persona que definitivamente está enferma de poder, pues ha querido imponer a toda costa, cueste lo que cueste y dañe a quien dañe, a su candidato, Alejandro Encinas, a quien incluso favoreció con una serie de acciones ilegales, que encontraron respuesta similar entre las huestes del candidato opositor, Jesús Ortega.
De ahí que el resultado real de ese proceso interno no se conoce aún a casi un mes y medio de celebrada la elección; que se haya designado una presidencia colegiada a todas luces ilegal por anti estatutaria y que la anulación de la elección ronde con tanta insistencia por las oficinas del Comité Ejecutivo Nacional del PRD, todo esto, derivado del maniqueísmo de un solo personaje.
Insisto, el excesivo protagonismo de Andrés López ha perjudicado no solo a las instituciones o a su propio instituto político, sino a la vida democrática de todo un país, porque con el pretexto de impedir una reforma de ley que a su juicio es inconstitucional y privatizadora de los hidrocarburos mexicanos, al mismo tiempo está promoviendo a través de sus seguidores incondicionales la realización de una serie de acciones que son claramente inconstitucionales, como es la cancelación del Congreso de la Unión y, en su momento, la toma de carreteras, que impide flagrantemente el derecho constitucional al libre tránsito.
La indolencia y la falta de congruencia del auto designado líder nacional de la izquierda mexicana, lo han llevado a promover la ya muchas veces citada exigencia de debatir la iniciativa de reforma energética, pero al mismo tiempo a tomar por asalto las tribunas en las que el mismo se llevaría a cabo. Y en lugar de un debate de 50 días, que proponían el PAN y el PRI, exigía un debate de 90 días, con la clara intención de que culminara precisamente un día antes del Segundo Informe de Gobierno de Felipe Calderón.
En cuanto al debate por la reforma energética, los argumentos del gobierno federal pasan desde la aguda crisis que vive Pemex desde hace muchos años, hasta el déficit de 500 mil barriles de petróleo y 14 mil millones de dólares anuales que se prevén para los próximos años si no se inyectan mayores recursos para la modernización, investigación y exploración de yacimientos en aguas profundas, para lo que México requiere de tecnología de punta.
Por su parte, el FAP responde que las medidas previstas en la iniciativa para que a Pemex se le autorice a contratar tecnología y asesorías extranjeras para la realización de sus funciones son propuestas privatizadores e inconstitucionales que equivalen a contratos de riesgo.
Dicha interpretación parece muy forzada, porque curiosamente el gobierno izquierdista de Cuba, ejemplo en muchos aspectos para el PRD, sí cuenta con contratos de riesgo, que implican que el Estado autoriza a empresas extranjeras para que sondeen, perforen, extraigan y comercialicen el petróleo que existe en sus aguas patrimoniales, a cambio de que la iniciativa privada entregue el 50 por ciento de la producción a la economía cubana. Si eso se hiciera en México, ahora sí estaríamos hablando de algo mucho muy delicado.
El debate mediático ya llegó hasta el Congreso de Michoacán, donde en sesión nuestros diputados locales tuvieron a bien distraerse de otros temas relevantes del estado, como el conflicto entre el Sindicato de Trabajadores al Servicio del Poder Ejecutivo (STASPE), la inseguridad y las iniciativas pendientes, para discutir un tema que se va a decidir, en el marco de las competencias legales, en el Congreso de la Unión.
Al respecto, el coordinador parlamentario del PAN, Francisco Morelos Borja, puso un ejemplo muy didáctico, como con peras y manzanas, ante los diputados del PRD que se subían al tema buscando notoriedad. El panista explicó que la exigencia del FAP de no permitir un solo peso de inversión privada en Pemex, equivaldría a dejar sin funcionar la maquinaria de la paraestatal que en algún momento dado se llegara a descomponer, puesto que para conseguir la pieza que faltara habría que encargarla al extranjero, porque en México no las hay, o solicitar el servicio técnico de especialistas que no existen en el país.
La contratación de esos servicios no equivale a privatizar a Pemex, argumentó Francisco Morelos, porque cualquier empresa petrolera del mundo requiere en algún momento determinado de contratar a particulares para realizar algunas de sus tareas, sin necesidad de que esto parezca si quiera un contrato de riesgo.
En este sentido, cabe señalar que Corea del Norte y México son los únicos países del mundo que tienen una constitución que impide la inversión privada en exploración, explotación y en la refinación de hidrocarburos.
Ya en su momento, el presidente izquierdista de Brasil, Lula Da Silva, dijo que Pemex para los mexicanos es como una diosa intocable, lo que es cierto y lamentable, porque históricamente la paraestatal no ha servido para todo lo que ahora pregonan Andrés López y sus seguidores, pues su principal virtud es enriquecer a políticos y familias que hoy cuentan con boyantes fortunas como producto de la explotación de nuestros hidrocarburos.
En tanto, la izquierda mexicana, liderada por un enfermo de poder, insiste en su cerrazón y en su interés por desestabilizar a un país en sus aras de ganar notoriedad.
Como consecuencia de las ocurrencias e imposiciones de Andrés López, su partido, el PRD, padece de una descomposición sin precedentes y hoy carece de una dirigencia nacional legal y de liderazgos institucionales. Así, a pesar de no ser presidente constitucional, ni senador, ni diputado o dirigente nacional de un partido político, el tabasqueño se ha salido con la suya, en el sentido de sobajar a sus correligionarios a lo que dicten sus intereses particulares.
Habrá que ver cuánto más aguantamos los mexicanos de un personaje que solo llama a la división y a la confrontación por mantener los reflectores sobre su figura y no desaparecer simplemente en el mar del olvido. A final de cuentas, en el FAP él es el que ordena, él es el que dicta, él es el que manda. En resumen, y como él mismo dijo, el movimiento es él.