- LA FARSA DE LA CONSULTA PETROLERA
Por más que intenten matizar cifras y buscar justificaciones, a muy pocos convencen los líderes del Frente Amplio Progresista (FAP) con los argumentos que presentan para asegurar que, de uno o de otro modo, la consulta popular sobre la reforma energética fue un éxito rotundo y demostró que la mayoría de los mexicanos estamos en contra de la iniciativa impulsada por el gobierno federal.
Lo cierto es que en este ejercicio, aún y cuando estuvo manipulado de principio a fin, sólo se habrían captado en el más optimista de los escenarios poco más de millón y medio de opiniones en 10 entidades de la República, que representa alrededor del 2 por ciento de los 74 millones 17 mil 565 ciudadanos que estamos registrados en el listado nominal de electores, y eso con las salvedades que al día siguiente se dieron a conocer en los distintos medios de comunicación.
Las semanas anteriores a este ejercicio los dirigentes nacionales y estatales, así como legisladores del PAN y del PRI, además de líderes de cámaras de comercio, agrupaciones de profesionistas, organizaciones civiles y empresas encuestadoras serias, advertían sobre las múltiples inconsistencias en la consulta petrolera organizada por distintos partidos y organizaciones de la izquierda radical encabezados por el PRD.
Entre esas observaciones y descalificaciones se encontraban, por ejemplo, la falta de regulación legal de este tipo de ejercicios en la mayor parte del país, y aunque en el Distrito Federal está reglamentada la participación ciudadana, lo cierto es que es cuestionable que el gobierno capitalino encabezado por el ahora precandidato presidencial, Marcelo Ebrard Casaubon, haya puesto a consideración de sus gobernados un tema que no es de su competencia, sino del ámbito del gobierno federal y de la Cámara de Senadores, como lo establece la propia Constitución General de la República.
También se criticó la ausencia de una justificación válida para su realización, puesto que era evidente que se trataba de una estratagema política tendiente a incidir en el resultado de los foros sobre la reforma energética que se llevaron a cabo en el Senado de la República con el acuerdo de todos los partidos políticos representados en el Congreso de la Unión. Así, todo parecía indicar que el FAP preveía su eventual derrota en lo foros que esas mismas fuerzas políticas demandaron cuando tomaron las máximas tribunas de la nación y por eso recurrían a esta acción desesperada para tratar de recuperar parte de la credibilidad perdida.
De la misma forma, los detractores de este ejercicio de participación ciudadana denunciaron hasta el cansancio que para la organización y difusión de la consulta a nivel nacional se estaban desviando recursos públicos del Gobierno del Distrito Federal, así como de los gobiernos estatales y municipales del PRD.
Incluso, la utilización de prerrogativas en el evento político-partidista, es decir recursos públicos que otorgan los órganos electorales a los partidos políticos, sería un desvío monetario penado por la ley, precisamente al tratarse de cantidades del erario público que son otorgados a los institutos políticos para actividades propias de los mismos establecidas en las leyes en la materia.
También fueron múltiples los señalamientos que ponían en tela de juicio la calidad moral del partido del sol azteca para organizar una consulta popular nacional, cuando ni siquiera fueron capaces de organizar con éxito una elección interna, un proceso que por cierto se tuvo que anular cuatro meses y tres días después de realizada la jornada.
No obstante, al PRD no parecieron importarle éstas últimas descalificaciones, pues con total descaro, varios de aquellos que participaron en la organización del anulado proceso perredista fueron designados integrantes del Consejo Consultivo Ciudadano, tanto a nivel nacional como en los estados.
La falta de objetividad y seriedad de los impulsores de la consulta petrolera, fue otro de los temas severamente criticados por los opositores al ejercicio, puesto que la gran mayoría de ellos fueron personajes plenamente identificados con el sector de la izquierda radical y se autoerigieron como representantes de todo el pueblo de México sin mediar de por medio un mecanismo que permitiera que ese equipo estuviese conformado realmente por ciudadanos representativos de la sociedad.
El equipo de especialistas conformado por académicos, ideólogos y consultores externos que se eligió para determinar la metodología y las preguntas a hacer, también resultó un verdadero fiasco, puesto que a todo ese equipo de autodenominados intelectuales les llevó un plazo de alrededor de ocho semanas de “concienzudo análisis” la elaboración de dos preguntas que se dieron a conocer a sólo cinco días de la fecha del proceso y presuntamente serían de una objetividad tal que por sí mismas darían legitimidad al proceso.
Al final, el producto de todas esas sesiones de trabajo, y de múltiples anuncios frustrados para la presentación de cuestionario que habrían de responder los participantes, las preguntas resultaron ser absurdas, más absurdas y tendenciosas que el origen de la consulta misma.
La primera pregunta comenzaba con un comentario en el que se decía que constitucionalmente la cadena productiva de los hidrocarburos debe estar en manos del Estado Mexicano, es decir de Petróleos Mexicanos (Pemex), por lo que al final se cuestionaba al lector si estaban de acuerdo a que en la misma se permitiera la inversión privada.
En tanto, la segunda pregunta era para conocer si ya con los antecedentes previos el poseedor de la papeleta opinaba a favor o en contra de la iniciativa de reforma energética del presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa. Más claro ni el agua.
Días antes de la consulta petrolera empresas encuestadoras serias daban a conocer datos muy interesantes que ponían en su justa dimensión al ejercicio de participación ciudadana del FAP, de Andrés Manuel López Obrador, de Marcelo Ebrard, del también ex salinista Manuel Camacho Solís y en general de partidos políticos como el PRD, el PT y Convergencia.
En el caso de Michoacán fue Investigaciones para el Desarrollo Estratégico (Indes), del reconocido especialista en la materia electoral, Jaime Rivera Velázquez, la que informó los resultados de una encuesta telefónica realizada a nivel estatal, en la que se cuidó la metodología para obtener una muestra lo más representativa posible del pueblo michoacano.
De acuerdo con ese estudio, el 84 por ciento de los michoacanos habían oído hablar de la reforma energética, sin embargo, más del 60 por ciento de la población admitió no contar con suficiente información sobre el tema y, en una estadística que incomodó a los integrantes del FAP, el 44 por ciento de la ciudadanía señaló que de participar en la consulta popular opinaría a favor de la iniciativa de reforma energética del presidente Felipe Calderón. Esto, contra tan sólo un 33 por ciento que opinaría en contra de la misma.
Rivera Velázquez advirtió que los resultados de la encuesta iban a ser distintos a los del ejercicio del PRD y compañía, puesto que representaban universos diferentes. Mientras que en el sondeo de Indes se contaba con una muestra representativa que indicaba las tendencias de lo que opina la sociedad michoacana, en la consulta popular participarían particularmente aquellas personas interesadas en atender una convocatoria de los partidos que representan a la izquierda en el estado.
En respuesta, la dirigente estatal del PRD, Fabiola Alanís Sámano, desestimó las estadísticas de Indes, porque se dijo convencida de que el ejercicio del FAP contra la reforma energética contaría con un amplio respaldo de la gran mayoría de los michoacanos. De hecho, semanas antes había pronosticado que tan sólo en Michoacán se obtendría una participación cercana a las 500 mil personas, sin embargo, luego de ser reconvenida por Raúl Morón Orozco, coordinador parlamentario del sol azteca en el Congreso del Estado, la lideresa perredista se desdijo y aseguró que ese vaticinio fue mal interpretado por los medios de comunicación.
Ese fue apenas el inicio de una serie de promesas, compromisos y utopías por parte de los miembros del Frente Amplio en Michoacán, así como de aquellos a quienes se erigió como consejeros ciudadanos. Hablaron de lo que ellos aseguraron que pasaría en esa jornada cívica ciudadana.
Artemio Ortiz Hurtado, dirigente del magisterio democrático, contrario a su costumbre, fue menos optimista y vaticinó que la participación sería de aproximadamente 300 mil personas, mientras que sólo dos días antes de la consulta, al contar ya con cálculos más realistas, Fabiola Alanís matizaba sus pronósticos y anticipaba sólo 210 mil opiniones.
También destacó que se colocarían 1 mil 519 mesas receptoras en toda la geografía michoacana, cantidad que impresionaba, sobre todo si se tomaba en consideración que el GDF instalaría 3 mil centros de recepción en la ciudad de México, que cuenta con un padrón cuatro veces mayor que el de Michoacán.
Sin embargo, la desorganización privó en la organización de la consulta en la entidad. La dirigencia estatal perredista (que se adjudicó casi el 100 por ciento de la organización, relegando a segundo o tercer término a sus aliados del PT, de Convergencia, de sindicatos y de organizaciones civiles), prometió a los medios de comunicación que les proporcionaría el listado de las 1 mil 519 mesas receptoras y después, al revisar sus datos, se encontró con que no alcanzaba la cifra que se había presumido.
Los dos días previos a la consulta, fueron de múltiples ajustes y el mayor número de mesas que lograron reunir a sólo 12 horas de que iniciara la consulta fluctuaba por las 1 mil 300 mesas, argumentando que algunos de los centros de recepción se habían duplicado por parte del magisterio democrático y por eso habían sido eliminadas del listado.
La jornada ciudadana, como era de esperarse, estuvo plagada de una serie de irregularidades que ya se habían anticipado, similares a las presentadas en el proceso interno del PRD recientemente anulado. En medios electrónicos de comunicación nacionales se pudo observar que el ejercicio se desarrolló prácticamente sin candados, que hubo rellenado de urnas y que cualquiera que lo deseara podía emitir su opinión las veces que quisiera. De hecho, hubo quien con un video demostró que votó 18 veces.
En Michoacán se observaron las mesas receptoras vacías la mayor parte del tiempo y comportamientos atípicos en algunas de ellas, como acarreos, por ejemplo.
Al final de cuentas, y a pesar de las múltiples inconsistencias, incluida la de que la consulta no contó con un órgano de vigilancia y supervisor que garantizara la transparencia, los resultados nacionales fueron magros, sólo un poco más de 1 millón y medio de opiniones, cifra además bastante cuestionable, de un padrón de 74 millones 17 mil 565 ciudadanos.
Mientras tanto, Fabiola Alanís y el Consejo Consultivo Ciudadano de Michoacán sudaron frío cuando llegaron los resultados del ejercicio en la entidad, puesto que aún con todo el uso de recursos y las irregularidades que se omitieron, se estaban quedando cortos respecto del pronóstico que se había hecho.
Por la noche del domingo, la lideresa perredista anunciaba que se contaba con proyecciones que establecían que la participación estaría cercana a las 200 mil opiniones y al día siguiente Raquel Sosa Elizaga, la secretaria de Educación del “gobierno legítimo de López Obrador, reconocía que aún no se contaba con el conteo definitivo, pero se esperaba la participación de 172 mil ciudadanos, una cifra muy corta comparada con las que se habían vaticinado en distintos momentos.
Aún así, el precandidato presidencial, Marcelo Ebrard, quien días antes vino a Michoacán a promover su consulta de manera conjunta con el gobernador Leonel Godoy, juró y perjuró que el ejercicio fue exitoso y que el número de participaciones en el DF, según él alrededor de 800 mil, es una muestra clara de que la mayoría de los mexicanos están en contra de la iniciativa de reforma energética del gobierno federal, cuando esa cifra representa sólo el 15 por ciento de los votos que obtuvieron los candidatos a diputados federales de esa entidad federativa en 2006.
En Michoacán las justificaciones y los matices correspondieron a Raquel Sosa y Fabiola Alanís, quienes al ver cómo iban cayendo los resultados y se frustraban sus proyecciones, argumentaron que no se trataba de una elección constitucional y que la participación rebasó aún con todo sus expectativas.
Incluso la funcionaria del “gobierno legítimo” fue más allá al señalar que con esa cantidad de opiniones se demostraba la opinión de la gran mayoría de los michoacanos en contra de la iniciativa de reforma energética de Felipe Calderón, porque la “copiosa” afluencia de michoacanos a las mesas receptoras equivalía a la mitad de las personas que votan en una jornada comicial para gobernador.
Al decir esto, Sosa Elizaga demostró su ignorancia de la realidad político electoral de Michoacán, pues de haberla conocido se habría enterado de que si en el 2007 Leonel Godoy hubiera obtenido una votación similar habría caído hasta el tercer lugar en los comicios locales, además de que 172 mil participantes en un padrón electoral de Michoacán que fluctúa por los 2 millones 900 mil ciudadanos, representa a menos del 6 por ciento de los votantes potenciales, que de ninguna manera representan a todos los michoacanos.
En resumen, la consulta popular sobre la reforma energética fue atendida sólo por un sector de la población plenamente identificado con la izquierda radical del país, no contó con medidas que garantizaran su objetividad y transparencia, fue un fracaso por sus pírricos resultados y sólo pretendió obedecer a los intereses de los dos precandidatos presidenciales del PRD, Marcelo Ebrard por un lado, y López Obrador por el otro.
Uno de ellos vino a placearse a Michoacán hace unos días, tratando de capitalizar políticamente todo lo que rodea a la oposición contra la reforma energética, el otro vendrá esta misma semana, visitando incluso a Yurécuaro. Ya sabemos de su intolerancia, pero entre las muchas preguntas que podríamos hacerle destaca el costo del recién concluido proceso, pues el FAP asegura que a nivel nacional se gastaron 4 millones 250 mil pesos, mientras que los cálculos de la oposición establecen una cifra superior a los 70 millones de pesos que quién sabe de dónde salieron.
La dirigencia estatal del PRD asegura que sólo gastó 300 mil pesos para la organización, distribución y recopilación de la paquetería, movilización de sus funcionarios y militantes, colocación de 1 mil 289 mesas receptoras en 112 municipios de Michoacán y demás gastos menores. Independientemente de todas las inconsistencias y supuestas motivaciones del ejercicio, ¿usted les cree?