- AMLO Y SU CAMPAÑA DE MENTIRAS
La primera pregunta que surge es: ¿No que él ya era presidente “legítimo”? Si de verdad el ex jefe de Gobierno del Distrito Federal fuera un demócrata como presume, lo primero que haría sería recordar una de las frases célebres más recordadas de Francisco I. Madero, quien proclamaba como lema de campaña presidencial el “sufragio efectivo, no reelección”.
Nadie sensato podría encontrar una pizca de seriedad en el discurso de López Obrador, quien ahora más que nunca se mostró mesiánico, incongruente, simplista y mentiroso. Engañó a su público, por cierto, un público más que predispuesto a ser engañado, con verdades a medias y mentiras completas, como nos tiene acostumbrados a todos los mexicanos.
Es imposible, leyendo y releyendo su discurso, que podamos encontrar en el tabasqueño a un político de izquierda, mucho menos a un estadista o a un aspirante serio al poder público. Lo que todos pudimos ver fue a un político que ha dejado crecer su encono y su resentimiento desde su derrota de 2006 y propone cambiar a México con medidas absurdas, ilógicas, irrealizables.
Sería bueno que el fracasado ex candidato presidencial tuviera al menos un poco de seriedad para informar cuánto costó el acarreo de personas desde varios puntos del país, quién pagó la organización, la logística, las mantas de apoyo, porque de otra forma sólo nos demuestra que no es honesto, que es incongruente al criticar por años el acarreo de otros y al no mirar la viga en el propio ojo.
López Obrador se siente el único capaz de ordenar, decidir y dictar a sus seguidores cuáles son sus designios para alcanzar sus deseos personalísimos, para saciar su sed de poder con el apoyo de una masa de acarreados que sólo decían sí a todo lo que decía el político recientemente evidenciado por sus reuniones con representantes del gobierno de Estados Unidos durante su campaña presidencial de hace unos años. ¿Esa es la democracia desde su perspectiva?
El mitin para autodestaparse nuevamente como aspirante a la Presidencia de la República se realizó frente al Palacio de Gobierno del Distrito Federal, a decir de analistas nacionales, con la intención de mandar un mensaje claro al actual jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard Casaubón, emanado también del PRD, en el sentido de afirmar que el único candidato posible de la izquierda mexicana es AMLO y al mismo tiempo desconocer los acuerdos de unidad y de civilidad que han pretendido realizar los diversos partidos de izquierda en el país.
Dice en el libro que como parte de su campaña presenta en diversos puntos del país, que existe un grupo de 30 potentados que son responsables de la “tragedia nacional” de que él no gobierne a México. ¿Se referirá sólo a políticos del PRI, del PAN y del PRD o también hará referencia a partidos familiares como el PT, el PVEM, Nueva Alianza y Convergencia, algunos de los cuáles lo han apoyado incondicionalmente por los pocos, pero seguros votos que representa actualmente?
Cuando de transparencia habla el señor López Obrador, lo primero que debería hacer sería transparentar los recursos de los que viven él y su familia en una de las zonas más exclusivas de la Ciudad de México, así como aquellos que utilizan tanto él como su hijo en viajes de placer y los recursos para mantener su campaña por todo el país.
En su discurso, el frustrado político propone una renovación tajante, una auténtica democracia y el renacimiento de México, al mismo tiempo que cuestiona el desempeño de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, a la que califica como un grupo de magistrados que se comportan como “jueces de consigna”.
Por eso, siguiendo las enseñanzas del dictador de Venezuela, Hugo Chávez, el mesías tropical propone que los integrantes de la Suprema Corte se elijan de manera democrática y fundar una nueva República con la gente más afín a su proyecto de gobierno, que no son más que su más cercano grupo de colaboradores. ¿Se referirá a su brazo derecho, René Bejarano; a su ex secretario de Finanzas, Gustavo Ponce; su chofer Nicolás Mollinedo Bastar; al ex delegado de Tlalpan, Carlos Imaz Gispert y a toda su parentela misteriosamente enriquecida?
Para seguir con su lista de locuras, Andrés Manuel López Obrador vuelve a parafrasear a su ídolo Hugo Chávez y amenaza con recuperar la riqueza y los bienes públicos que a su muy particular parecer han sido concesionados ilegalmente, como es el caso de la minería, la industria eléctrica y la petrolera. Es decir, que al igual que el dictador venezolano pretende arrebatar sus bienes a los particulares, lo que suena atractivo para quien no lo ha trabajado o no lo ha ahorrado y a estas alturas no tiene nada, pero preocupante no sólo para los grandes empresarios, sino para los particulares que por años trabajan de sol a sol para tener un patrimonio y generar algo que puedan heredar a sus hijos.
En tanto, a los medios de comunicación los amenaza con “democratizarlos”, que es otro término de Hugo Chávez que no quiere decir otra cosa que serán expropiados en beneficio del Estado para no sólo acabar con las libertades básicas de la democracia, sino hasta con la libertad de expresión, como pasa en Venezuela.
Pero el tabasqueño no se queda ahí, asegura que durante su gobierno no se venderá un solo barril de petróleo al extranjero, pues asume que será presidente, aunque no aclara si será electo constitucionalmente o sólo se autodesignará “presidente legítimo” por seis años más, pero también anticipa que México no ocupará de los mercados internacionales para mover su economía, que el petróleo se procesará sólo en las pocas refinerías que existen o que dejará de invertir en algún rubro importante del presupuesto para construir las refinerías que faltan en el país y que la nación puede vivir sin las divisas que generan los hidrocarburos.
Sumado a lo anterior, López Obrador promete no crear nuevos impuestos y a no elevar los ya existentes. ¿Cómo podría sobrevivir una economía basada en un proyecto de ese nivel de locura, sin ingresos petroleros, sin ingresos tributarios, sin medios de comunicación libres y sin empresas que compitan libremente en el mercado por ofrecer los mejores precios o los mejores servicios?
Por si eso fuera poco, asegura que parte de la causa de la crisis económica mundial es el hecho de que se haya convertido la codicia en virtud, que el dinero se ha elevado a rango supremo y se ha inducido la creencia de que se puede triunfar a toda costa, sin escrúpulos morales de ninguna índole.
¡Qué curioso que lo diga!, porque justamente es él quien codicia el poder, el que vive lujosamente a escondidas de sus seguidores, el que dice que es válido triunfar a cómo dé lugar, y si no gana por la buena, pues basta con autodesignarse ganador aún a costa de la estabilidad y gobernabilidad de un país.
¿Se habrá mordido la lengua al decir todo esto? ¿Por qué nunca ha aclarado de manera fehaciente de dónde saca los recursos con los que viven él, su familia y sus colaboradores más cercanos, quienes hacen las veces de managers de un profesional del mundo del espectáculo? ¿Por qué nunca dice de dónde saca los recursos para el acarreo de personas al Zócalo de la Ciudad de México?
¿Será que después de tantos bandazos que ha dado a lo largo de los últimos cinco años todavía hay quien le crea? Las encuestas dicen que sí, pero que son menos cada vez.