Por: Alejandra Ortega Rodríguez
- INCONGRUENCIA “LEGÍTIMA”
A esa maniquea actitud que no ha cesado desde hace casi 10 años se le podría calificar como una “incongruencia legítima” característica del ex dirigente del PRI en Tabasco, del ex dirigente nacional del PRD y del ex jefe de Gobierno del Distrito Federal, quien ante su inesperada derrota de 2006 –y digo inesperada para él y para los suyos- perdió la razón, y en su locuaz soberbia de no aceptar la realidad no ha vuelto a tocar el piso.
Las incongruencias del señor López Obrador comenzó desde hace muchos años, cuando como jefe de gobierno capitalino consideró –a la Hugo Chávez- que el haber sido electo como gobernante del Distrito Federal equivalía a una patente de corso para violar cuantas leyes se atravesaran en su camino.
De ahí surgió la polémica por el desafuero, del que los perredistas culparon al entonces presidente Vicente Fox, a quien por ser del PAN suponían que le interesaba –y por supuesto que así era- sacar del camino al tabasqueño para hacer más fácil el triunfo para su partido en la elección presidencial de 2006. Lo que nunca quisieron reconocer es lopezobradoristas es que el intento de desafuero que por presiones políticas y sociales nunca se llevó a efecto, no hubiera tenido razón de ser si antes el entonces jefe de Gobierno del Distrito Federal no hubiera violado las leyes en perjuicio de particulares. Había “un compló”, decía él.
También como encargado del gobierno en la capital del país, fue exhibido de manera indirecta porque su secretario de Finanzas, Gustavo Ponce, era viajero frecuente a Las Vegas, donde apostaba y daba jugosas propinas presuntamente con dinero del erario público, mientras que otro de sus más cercanos, el entonces delegado Carlos Imaz y el entonces asambleísta René Bejarano, fueron captados también en sendos videos recibiendo dinero del corrupto empresario de origen argentino, Carlos Ahumada Kurtz.
Su campaña a la Presidencia de la República comenzó cuando menos cuatro años antes que la del ahora presidente, Felipe Calderón Hinojosa, pero a nadie se le ocurrió acusarlo de actos anticipados de campaña, so pena de haber sido linchado por sus incondicionales, tan irascibles, irracionales e intolerantes como su propio líder.
Como candidato presidencial, López Obrador no admitió nunca consejos ni de sus más cercanos ni de las dirigencias nacionales de los partidos que se dicen de izquierda que lo apoyaban. Siempre se creyó por encima de todo y de todos. Por eso en algún momento se dio el lujo de no atender invitaciones a distintos medios de comunicación y fue el único de los aspirantes presidenciales que en televisión nacional se negó a contestar un muy simple cuestionario sobre la historia de México con el argumento de que esa entrevista no formaba parte de su estrategia.
Por eso, el autodenominado “rayito de esperanza” también rechazó acudir al primer debate entre los candidatos presidenciales, pues aseguraba que su ventaja en las encuestas, las que él mandó hacer, era de 10 puntos y ya nada más debía conservarlos; poco después, a regañadientes accedió a acudir al segundo debate, donde fue superado por Felipe Calderón y al final dio una serie de pataleos con acusaciones escandalosas que después se demostró, eran verdades a medias y mentiras completas.
Usted recordará, que la dirigencia nacional del PRD ofreció entregar las pruebas de la supuesta vinculación de la familia de la esposa de Calderón, Margarita Zavala en negocios con la Secretaría de Energía y Petróleos Mexicanos (Pemex). El día pactado, López Obrador envió al Comité Ejecutivo Nacional del PAN varias cajas de archivo que sólo contenían unos cuantos folders y un disco compacto, con copias sin ningún valor legal. Los panistas tuvieron el buen tino de abrir las cajas en el mismo momento ante la prensa.
Ya el día de la elección, el candidato del PRD, del PT y de Convergencia se declaró virtual ganador antes de tiempo. En la madrugada el conteo del Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) le dio un revés del que nunca se recuperó. Su respuesta, acusaciones de fraude, manifestaciones, tomas, bloqueos y la intención de no permitir la toma de protesta de Calderón Hinojosa.
En aquella ocasión, hasta sus propios representantes de casilla en un municipio de Guanajuato fueron acusados de supuestamente introducir votos a favor del PAN en dos urnas. Después se confirmó que no existió anomalía alguna y el tabasqueño perdió a los primeros cuatro o cinco desencantados ex simpatizantes, de los millones que ha perdido en los años subsecuentes.
Los berrinches de López Obrador y sus incondicionales llegaron al extremo de ordenar callar las campanas de la Catedral de la Ciudad de México y golpear a los feligreses, porque desde su perspectiva, formaban parte de un “compló” en su contra porque tañieron las campanas para evitar que se escuchara su discurso en el Zócalo capitalino. Siendo ex jefe de Gobierno del Distrito Federal por más de cinco años, nunca reparó en pensar que era el tradicional llamado a la misa de las 12:00 horas.
Tal fue la cerrazón de un grupo cada vez menor de personas, así como la exigencia de un recuento “voto por voto” que no existía en la ley y que de llevarse a cabo implicaría la anulación de la elección, que malamente, PAN y PRI aceptaron, pocos meses después, una reforma electoral con las exigencias del frustrado aspirante a presidente, entre ellas, la de adelantar de manera injustificada el relevo de los miembros del Consejo General del IFE.
Dichas reformas derivaron en una especie de “ley mordaza” que desde entonces ha sido fuertemente criticada como un grave ataque contra la libertad de expresión, y es que el tabasqueño se quejaba del daño que le hicieron las campañas pagadas por empresarios para calificarlo como “un peligro para México”. La respuesta del Poder Legislativo, plagado entonces de simpatizantes del tabasqueño, fue prohibir de manera tajante que particulares que no pertenezcan a los partidos políticos o sean candidatos de alguno de ellos puedan expresar libremente su opinión a favor o en contra de determinados candidatos en los medios de comunicación.
En tanto, el aludido se autoproclamó como “presidente legítimo” de México, en un ridículo acto con sus incondicionales y se fijó, según dice él, un sueldo de 50 mil pesos mensuales, sin contar con que obligó a los senadores y diputados del PRD, del PT y de Convergencia, así como a gran parte de la militancia de dichos partidos a colaborar para el sostenimiento de él y su patético gabinete.
La ilusa idea de López Obrador resultó de plano un fracaso, mismo que ha reconocido de manera tácita al anunciar que nuevamente buscará la Presidencia de la República en 2012, una incongruencia más en su ya muy larga lista de falacias. ¿Pues no que ya era “presidente legítimo”? ¿Será que ahora ya está a favor de la reelección? ¿Va a pedir licencia al supuesto cargo público que ahora ostenta y por el que cobra, para contender por un puesto al que él mismo pretendió restarle legitimidad?
Cosas muy extrañas suceden en la cabeza de este señor, pues todo indica que con tal de cumplir su capricho del momento es incluso capaz de faltar al respeto a sus propias proclamas.
Sin embargo, las inconsistencias de su actuar y su decir no paran ahí. Ahora resulta que después de que fue directa, indirectamente también, impulsor de las cuestionadas reformas electorales hoy vigentes que tienen hoy al IFE en el peor momento de su historia, el supuesto “presidente legítimo” se ha anunciado abiertamente como candidato presidencial por el PT, algo que en la legislación electoral actual está sumamente penado, más penado que nunca.
Lo peor del caso es que el nuevo Consejo General del IFE, tal vez por el miedo de la posibilidad de caer, igual que sus antecesores en la viperina lengua del ex jefe de Gobierno del Distrito Federal, no determinaron aplicar sanciones contra éste por los evidentes actos anticipados de campaña como candidato presidencial del PT, lo que se supone que debería ser sancionado con la pérdida automática del registro.
Ya existen antecedentes de esto, a Freyda Maribel Villegas Canché, candidata del PAN a la diputación federal por el Distrito 3 de Quintana Roo, se le canceló su registro como candidata porque promovió su imagen en radio y televisión antes del inicio del proceso electoral. ¿Entonces porque los consejeros electorales del IFE se aterraron con las amenazas de López Obrador y no lo sancionaron?
Si la absurda legislación electoral que supuestamente tendría por objeto evitar “campañas negras” se aplica, tal como en su momento lo pidió el ahora candidato petista, entonces lo lógico sería que éste pierda el registro antes de la elección presidencial de 2012, lo que seguramente implicaría una vez más en una intentona del mesiánico personaje por desestabilizar al país. ¿Con su “legítima incongruencia”, será que éste señor ha dejado de ser un peligro para México?